miércoles, 21 de julio de 2010

Noctámbulo


Dónde se clavaron las astillas
arrancadas de mi pecho.

Abrasada la madera
por el calor que desprenden las aceras
que caminan bajo mis pies.

Ya que absorto en tu ausencia
escribo mis versos
enraizando la brisa que levanta mis párpados
bajo el suelo que piso y que detesto.

Veloz, el metálico susurro
de las noches en que la ciudad
se deshace en ceniza,
rodea arrollador la rabia
que descansa bajo mi cama.

Y las escaleras que descienden
a los últimos escombros de tu presencia,
se desvanecen bajo mi atenta mirada,
(impasible, aterrada, marchitada...)
como una inesperada niebla,
de un sabor amargo, perpetuada.

Y alterado como el reo encarcelado injustamente,
busco la salida que te acerque,
en la botella del náufrago,
mi vital necesidad hasta las huellas de tus pies.
Y las marques en mi cuerpo
ocultando las heridas del ardiente látigo,
que ha hecho de mi espalda
un campo labrado de recuerdos
y nostalgias.


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